jueves, 22 de mayo de 2008

encontrando la relatividad de las cosas...



Llegue al calor del desierto, que calor hace en abril en serio. Seco y con grandes cantidades de pequeñas partículas de tierra. Pegado, sudado, sucio, cansado, dormido y masticando chuingam` como si fuera un antídoto para no convertirme del todo en algun tipo de animal. The guys pasaron por mi en la suburb, cargamos la maleta y nos fuimos por el strip de Las Vegas.
De Las Vegas les dejo sólo una cosa, y eso es lo mejor que les puedo decir, lo rotundamente increible de la Sin City es que todo es de mentira pero lo mejor es que todo es verdad.
Nos levantamos temprano para ganar tiempo que al toque perdimos. Una historia aburrida que queda en la calentura del momento. Primera ley de la relatividad, las calenturas son solo por el momento. Si las haces durar te cortan. Arrancamos, la maquina se chupa el disco y comienza el baile. Todo es desierto y el oasis llena los espejos. 215, 93, 68, etc., asi se nombran los ríos negros que contrastan con la superficie amarillenta-verdosa homogénea y áspera. Cambios de estado, los niveles de verde van en aumento, tambien el frescor. Llegamos a nuestro último tramo de carretera y encontramos un pueblito donde comprar lo necesario para pasar la noche en el Gran Canyon. Los inmigrantes cambian con los descendientes de indios y sus hijos mixturados, los trajes negros italianos por los chalecos de caza y los cortes de peluqueros de las pasarelas a los pelos blancos largos con colita en un continuo con las barbas espesas del mismo color. Ahora tienen todo el tiempo del mundo para conversar y darte algunos consejos. Seguimos viaje como por un surco entre los arboles y para arriba se ve como el techo celeste se va transformando con colores naranjos, rosados y violeta sin mancha alguna, solo cielo, asi es en el desierto. Llegamos, nos enteramos solo por los carteles. Estaciono la camioneta y por un sendero cruzamos un monte hasta donde por alguna razon de la naturaleza se desmoronó la tierra. Cómo describir algo completamente cuando no podes abarcar ni la millonesima parte de lo que realmente es.
Cuando llegas escalando a alguna roca que se clava en el enorme vacio espeso y helado, da miedo estar parado. Es como estar en la punta de la plataforma de una piscina, solo que sin agua, a casi un kilometro del suelo y en una piedra que sabes que se puede quebrar, ademas de las corrientes de viento encajonadas que quieren barrerte las piernas. No se quien dijo que el vértigo no es un miedo, miedo a las alturas o a caerte, al contrario son las ganas terribles de tirarse que una mentalidad cobarde las mantiene a raya. Yo fui un cobarde porque sabía que al dia siguiente iba a explorar lo que hay ahí abajo.
Ya es tarde y no se ve ni lo que se conversa, decidimos levantar campamento. Mejor dicho, buscar algún campamento para hacer un fuego ya que encontramos lo mas insólito en este pueblito del que les contaba antes, asado de tira, asado asado y del mejor. Si, nos clavamos un asaito de tira en el Canyon, si si, desgarrar la carne del hueso de la manera mas primitiva y troglodita posible y chuparme los dedos, le chifló el moño.
Dormidos como en un game boy jugando al tétris adentro de la camioneta, vestidos, tapados y de gorro de lana. De ves en cuando el termostato respiratorio anunciaba la prendida de la calefacción según el nivel de mocos desbordantes. Me despierto y abro los ojos, el cuerpo sigue en un estado de adormecimiento congelado y le doy arranque a la camioneta para levantar un poco la temperatura. Si, asi es el desierto, ya me lo habian dicho y estudiado en geografía pero ahora se, de día mucho calor y de noche mucho frío. Salgo de la capsula perfecta norteamericana, meo en algún árbol teniendo unos baños a veinte metros, que gracia tienen, y me cepillo los dientes para limpiar los restos de la fibra muscular de las costillitas de algún ternero criado para ese fin. Se despierta y se levanta el cabeza, respetado copiloto, rumbeadores de ley los dos salimos a explorar el territorio en dirección completamente contraria de la que era. Nos desayunaron dos viejitos que salieron a pasear unas mascotas horribles que no se si eran perros o ratas. Ahora si, rumbeamos bien y lo encontramos. Kaibib trail decia el cartel tallado en madera.
Camino viboreante y en constante descenso, bajada rapida y exitante, acelerada e intensa desde un piso cero al menos no se cuantos metros. Por viejos caminos trepadores de forajidos a caballo escondidos de las autoridad y los caza recompenza ahora suben y bajan mulas cansadas de turistas sin parar, cagando todos los escalones improvisados. Escalera naturalartificial con palos de árboles caídos del lugar fijados al suelo de roca con tirafondos de barillas de hierro de diferente diámetro aguantan la tierra suelta y piedras de distinto tamaño tiniendose con su color.
Comiénzo el descenso y se manifiesta un sistema dinámico relativo de variables conocidas super naturales. El sol de un veintisiete de abril en la primavera norteamericana, recorrido invariable a una velocidad despejada de las horas de luz en un día, se junta con el vientito para definir la sensación térmica. Yo también soy una variable como también es mi desplazamiento sin sentido, dirección ni magnitud, es decir un paseo, yo voy, no importa a donde lo que importa es ir. Las dos primeras variables con movimiento evidente se chocan contra la tercera variable, el Gran Canyon, que con mi visita fugaz de un día y medio debido a la organización de un itinerario imposible se presenta quieta, dura e indeformable. Arránco la bajada y asi la interrelación de los tres elementos. La tridimensionalidad de la geografía la marcan las luces y sombras arrojadas por el sol que pega en los diferentes estratos verticales definidos por el color rojiso de la piedra desde lo mas claro a lo más oscuro en profundidad, difumidados entre sí por el verde de los cactus, arbustos y yuyos en las laderas. Es asi como el paisaje nunca se repite y se transforma de una manera sutíl, a medida que desciendo y dandole vueltas por el camino encuentro nuevos puntos de vista, lugares calurosos por la exposición del sol y el resguardo del viento, tramos escalofriantes por laguna muralla de piedra que bloquea el asoleamiento y la brisa se transforma en rafagas heladas.
Son casi las 4 de la tarde, ya bajamos seiscientoscincuenta metros en altura y no se cuantos kilometros de recorrido, y decidimos dar la vuelta. Aca es todo relativo, hasta la gravedad. En el canyon todo lo que baja tiene que subir. Todo cubierto de tierra roja insacudible de la ropa y pegada en la cara, los brazos, las piernas y las manos de la transpiración fluida al sol y fría a la sombra. Parando a mear a cada rato de todo el agua que tomas, comiendo de a puchitos para no sentir pesado el estomago cosas saladas para retener los líquidos. Al principio el ascenso lo encaré con terrible determinación a paso constante y picado, pero la irregularidad del Kaibib hace imposible practicar ésta teoría del esfuerzo equilibrado. Los labios estallan, los garrones se endurecen y los muslos se agarrotan mientras seguis caminando por una pared interminable multicolor y hermosa. El vacio que una ves te pegó de frente ahora le das la espalda, cada tanto te toca el hombro para que le des un poco de bola y te saques el mal humor del cansansio acumulado que como un golpe en la cabeza te hace olvidar lo que estabas disfrutando. Ver que queda tanto todavía por subir hace peor al estado de animo, das vueltas, te sentas un rato, tomas agua, meas, sacas alguna foto igual a todas las demas y seguis en el mismo martirio de subir escalón por escalón. Apoyas las manos en las rodillas pensando que ayudas un poco a las piernas derrotadas por la pseudoescalera de mierda hecha de palos torcidos que lo único que hacen es estorbar y seguis subiendo. Miras para arriba y te encontras con los cuervos trazando infinítas circunferencias y por eso pisas un pedaso de bosta de alguna mula, se te arriman las ardillas gorditas y simpaticas pero lo unico que queres hacer es mandarlas de una patada al fondo del cañon de la envidia de sus movimientos ágiles para subir y bajar entre las piedras, ratas con cola.
Ah, cuando ves de donde arrancaste, todo se borra, agachas la cabeza y le das sin parar. Subis, subis, subis y subis un escalón atras del otro y seguis subiendo. Llegas a la superficie terrestre, te sacas toda la ropa enchumbada en un sudor espeso y te sentas en una roca plana. Miras el cielo celeste completamente despejado rasgado una y otra ves por aviones departure from no where que van hacia no se donde y esperas que el espectaculo termine. El aire se enfria y se endurece, la vegetación que de día vive su color verde se quema sin fuego quedando carbón y el cielo pasa por todos sus estados de animo. Se apaga el sol y lo que una ves fue un cañon ahora es una superficie, todo se aplana y se confunde. No hay distancias, hay colores.
Terminó, no necesita aplausos, solo silencio.

1 comentario:

svera dijo...

Que prosa man!
La intensidad del relato es tremenda .. y aunque todo es relativo .. comparto pila la experiencia!